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Fusión del cuerpo en el territorio en la obra de Ana Mendieta

Gran parte de la obra de Ana Mendieta se concibe y se propone como un acto que es a la vez ritual y artístico, donde el cuerpo interactúa transformando el territorio. En su serie “Siluetas” experimentó con el trazado de la suya propia insertándola y fundiéndola en la naturaleza de diferentes paisajes de Estados Unidos y México.

En estas acciones artísticas, Mendieta desmonta la idea tradicional de antagonismo entre el ser humano y la naturaleza, también la idea de “territorio” comprendido como zonas determinadas del paisaje donde el ser humano ha trazado límites y es a la vez dominante y propietario. Las acciones artísticas de Mendieta escenifican y se configuran como un medio metafórico para comprender la misteriosa desaparición/fusión de lo existente en medio de la naturaleza, madre creadora y transformadora. Tal como observamos en las fotografías de las acciones, “The three of life” y “Untitled” realizadas en Iowa entre 1977 y 1979, aparece la artista desnuda y cubierta de barro, su cuerpo pierde sus límites y se mimetiza reintegrándose poéticamente al gran tronco de un árbol y al lodo de la tierra respectivamente. Según la teórica María Ruido esta representación como propuesta de comunión se trataría de un “discurso orgánico del monstruo liminar: cuerpo-árbol, cuerpo-río, cuerpo-ramas, cuerpo-tierra” (Ruido, 2002:76). Estos conceptos de desintegración, pérdida de límites, fusión o mimetización se relacionan también con la muerte, el pensamiento mágico de vida en el más allá y algunas creencias que persisten en el imaginario popular tan vivos en algunos sectores de América Latina.

Otro aspecto interesante es que la efímera naturaleza de estas obras plantean cruces de disciplinas artísticas, por un lado la realización de su arte incluía su propia intervención y presencia dentro del proceso creativo, la performance in situ, y por otro lado su exhibición y difusión dependía del registro en fotografía y vídeo para poder darles existencia cuando éstas, por su propia naturaleza, desaparecieran. Sus obras, según la teórica María Ruido son “existentes sólo en/a partir de la memoria” (Ruido, 2002:19).

En “Siluetas”, el trazado de la figura al desaparecer deja una huella, una metáfora visual de la fugacidad de la existencia, que se considera parte fundamental de la obra. La artista nos hace testigos a través de un relato fotográfico secuencial, del desgaste de la silueta trazada y posteriormente de su desaparición, para hacernos entrar en una mirada poética de lo efímero, lo frágil, lo corruptible, aquello que desaparece en un episodio y ante nuestros ojos. “Llenar(se) y vaciar(se), consumir(se), incorporar(se): interpretar la distancia y elaborar la transición de un lugar a otro” (Ruido, 2002:74).

La propuesta de Mendieta con la huella de su cuerpo es insistente, su repetición y su multiplicidad la acerca al ritual, en cuanto búsqueda de sentido mediante un hacer pautado y estructurado y mediante un sentido sagrado/místico de fusión con la tierra, con los orígenes, como dice ella misma, de sus vínculos con el Universo. Es propio del rito, establecer una forma, una conducta ante un hecho que nos sobrepasa. Es en el mecanismo de la repetición que se encuentra la forma de entender aquello que se está ritualizando. La sabiduría del rito radica en que por medio de su repetición accedemos al conocimiento. Como señala Muir, la repetición de gestos cotidianos en un contexto definido, en un tiempo y lugar provocaría respuestas emocionales que se resisten a ser expresados mediante el lenguaje (Muir, 2001: 11). Así es que Mendieta nos acerca a una nueva comprensión sensible de nuestra presencia en los territorios, maritorios y espacios abiertos donde se celebra la convivencia y complementación con el cuerpo.

Les invito a buscar más sobre la obra de esta artista, en la página del Museo Jeu de Paume, http://www.jeudepaume.org/index2014.php?page=article&idArt=3272

IMÁGENES:

01 Ana Mendieta, Serie Siluetas en México, 1973–77/1991. Impresión inkjet. © The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC.

02 Arbol de la Vida (Tree of Life) (1976) by Ana Mendieta. Colour photograph, lifetime print, 50.8 x 33.7 cm. © The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC.

AUTOR IMÁGENES:

Ana Mendieta.

REFERENCIAS

Muir, E. (2001). Fiesta y rito en la Europa Moderna. Ed. Complutense, Madrid.

Ruido, M. (2002). Ana Mendieta. Ed Nerea, Madrid.

Pamela Martínez Rod
Artista e investigadora independiente y coordinadora del grupo iberoamericano de intervenciones territoriales Plataforma Vértices.
pamelya@gmail.com

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en bellas artes por la Universidad de Barcelona. Dedicada a su trabajo artístico ha participado desde el año 2002 en numerosas exposiciones y residencias en varios países. En 2014 publicó su primer libro de fotografías Memorias Anónimas resultado de un trabajo personal de duelo a través de la fotografía.

Escenas íntimas para recordar, fotografías lenticulares de Begoña Egurbide

Las fotografías lenticulares de la artista española Begoña Egurbide rompen los límites de la imagen fotográfca tradicional. En su obra la visión plana y estática es desafiada por la ilusión de una imagen en tres dimensiones cuyo relato se compone con el propio desplazamiento del cuerpo del espectador mientras la contempla. Al modo de los fotogramas del cine, la imagen se va formando secuencialmente -a medida que nos movemos para poder abarcarla en su horizontalidad- así es que es por medio de nuestro andar que unimos las distintas fases de las imágenes y nos hacemos una idea total de la escena que nos presenta la artista.

La técnica de lo lenticular es aquella que nos hacía jugar cuando éramos niños, cuando girábamos esas imágenes texturadas hacia arriba/abajo en busca de que una cierta imagen tuviera un cambio o movimiento, recuerdo la popularidad de unas bastante inquietantes de la cara de Cristo en que se le veía sereno y después en sufrimiento. Una imagen lenticular es aquella que permite crear la ilusión de ver una fotografía plana en tres dimensiones dando también una sensación de movimiento gracias a un tipo de impresión especial que combina dos o más imágenes en una misma y que lleva adherida en su superficie una lámina de plástico texturada.

A través de esta técnica Begoña Egurbide nos introduce en un mundo nuevo donde la imagen fotográfca ya no es sólo la huella de un instante sino que abarca un espacio de tiempo más amplio y se convierte en una escena, una escena para abrir el recuerdo. Ensu serie “Infancia “ la artista nos presenta escenarios compuestos por familias, principalmente niños, en momentos de juego. Recreaciones de la infancia que podemos reconocer y quizás recordar y apropiar como nuestras. Son imágenes que no sólo son dulces y melancólicas sino que también nos muestran las sombras de la infancia, lejos de idealizar la infancia la artista deja entrever una cierta desolación o incluso en el caso de “Pistolas” 2003, una agresividad que se mezcla con la desamparada desesperación de unos gritos mudos, donde no sabemos si la niña se mira al espejo o nos apunta a nosotros en lo que podría ser un juego de interpretación inocente, o quizás la captura de unos instantes donde afora una incipiente crueldad a través de los movimientos frenéticos con la pistola.

En otra imagen, Tiovivo, 2003, Egurbide nos muestra unos niños montados en el carrusel típico de las ferias. Pero este carrusel es caótico, está abarrotado y no deja espacio para ver, parece que los niños no pudieran entrar ni salir de el. La escena no nos da respuestas sino que nos deja preguntas, sobre los niños y lo que hacen ahí solos atrapados en esta máquina chirriante, a veces llorando a veces riendo.

Si consideramos el arte virtual como aquel que quiere introducir la multisensorialidad, la implicación no sólo de la vista sino que del cuerpo en la “experiencia estética” además de querer crear entornos ficticios para experimentarla, podemos decir que las fotografías de Egurbide están en un punto crítico donde convergen tres caminos, o dicho de otra forma podríamos decir que son tres las principales fuentes de las que estas fotografías se han nutrido, el del arte interactivo o virtual, el del cine y el de la fotografía doméstica de nuestros álbumes familiares. De esta manera la artista nos vuelve a introducir en nuestros álbumes familiares con una mirada nueva y complejizada desde donde los podemos reconstruir y recordar.

Los invito a conocer más sobre la obra de esta artista en su sitio web donde a través de una demostración en formato video se pueden apreciar las singularidades de las fotografías lenticulares: www.egurbide.com

Un video de explicación de su obra está disponible está Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=IL-fhJ4HGAw

 

IMÁGENES:
Pertenecientes a Begoña Egurbide

AUTOR IMÁGENES:
www.egurbide.com

 

Pamela Martínez Rod
Residente-investigadora en el Centro de Estudios y Documentación del Museo de Arte Contemporáneo MACBA. Coordinadora del grupo iberoamericano de intervenciones territoriales Plataforma Vértices.
Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Val- paraíso, Doctora en bellas artes por la Universidad de Barcelona. Dedicada a su trabajo artístico ha participado desde el año 2002 en numerosas exposiciones y residencias en varios países. En 2014 publicó su primer libro de fotografías Memorias Anónimas resultado de un trabajo personal de duelo a través de la fotografía.

“El futurismo y la ciudad perfecta”

Análisis y reflexión pictórica por la Artista Pamela Martínez Rod

Hace ya más de un siglo que los artistas europeos imaginaron una ciudad ideal transformada y determinada por la velocidad. Conformaron un movimiento artístico y social llamado Futurismo que fue originado por Marinetti un poeta y escritor italiano en 1909. Este movimiento es, quizás, el que mejor refleja el entusiasmo y la predilección del ciudadano moderno por la tecnología y un hábitat super-funcional.

Fueron muchos los artistas que se unieron al movimiento que ensalzaba el dinamismo de la urbe industrializada por los nuevos medios de transporte, que se empezaban a ver con más frecuencia en las ciudades. La velocidad en el desplazamiento representaba una nueva victoria del hombre por sobre su naturaleza y abría todo un mundo de sueños y posibilidades. El imaginario que generó esta nueva visión de la ciudad industrial y vertiginosa se fue plasmando en diversos medios artísticos. Tanto las formas arquitectónicas como humanas, en muchas de estas imágenes, se fueron desintegrando en formas geométricas angulosas y diagonales en vías de mostrar su movimiento secuencial en el espacio.

En otras imágenes el hombre desaparece en medio de un paisaje que es visto desde lejos o que se muestra como un cuerpo arquitectónico sólido. Así es como el artista Tullio Crali, fascinado por la visión de altura que se obtiene desde los aviones, nos muestran la ciudad como una estructura geométrica bien encajada y comunicada por los medios de transporte. Me refiero principalmente a la pintura “Arquitectura” realizada en 1939, donde Crali nos presenta un skyline o perfil de la ciudad como si fuera el engranaje interno de alguna máquina o un rompecabezas pétreo. Zepelines, aviones, trenes y barcos se funden como parte de estas estructuras arquitectónicas, como parte de un paisaje urbano compacto, homogéneo y simétrico donde todo calza en armónica perfección.

La naturaleza está ausente en este paisaje de Crali, la estaticidad y diversidad propia de la vegetación contrastan con la fascinación del artista por las máquinas, los aviones y la edificación industrial. También el hombre está ausente, su presencia se supone estaría inmersa y dentro de este tejido urbano. Es un usuario invisible y que parece poco necesario en esta relación arquitectura-transporte, lo que nos hace reflexionar sobre cómo solemos imaginar/pensar las ciudades, si desde el punto de vista aéreo, como visión de postal o desde el punto de vista del propio ciudadano.

El imaginario que es capaz de construir el arte en todas sus formas, es generador de pensamiento y de visiones predeterminadas que han ido instaurando una imagen dominante de la ciudad perfecta que muchas veces no contempla ni al hombre ni a la naturaleza como si fueran incompatibles; imagen que se repite insistentemente en las películas futuristas que vemos. Así es como esta pintura nos muestra una ciudad que es tan perfecta que incluso una especie de sólido arcoiris la envuelve desde el cielo cerrándola en sí misma.

 

Pamela
Martínez Rod

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona

“Del geoglifo al arte urbano.” La mirada divina de Google Earth

Análisis y reflexión de una obra, por la Artista Plástica Pamela Martínez Rod

Las líneas de Nazca en Perú datadas entre los 550 y 650 años d.C. así como otras gigantescas figuras grabadas en el suelo por los antiguos habitantes de nuestro desierto de Atacama representan un enorme y bello misterio de la humanidad. Desconocemos no sólo su significado sino para quién se hacían, quien era el espectador invocado por ellas. Quienes realizaron estos geoglifos tuvieron que vencer la dificultad de dibujarlos en unas dimensiones tan enormes que imposibilitaba ver su desarrollo mientras se hacían, dificultando el control del resultado final. Los creadores perfeccionaron una técnica que mediante cuerdas permitía seguir cuidadosamente el trazado que se hacía en el suelo, lo que permitió que hoy podamos disfrutar de las bellas y proporcionadas figuras que hoy conocemos.

Grabar el desierto tenía una intencionalidad ceremonial. Los expertos suelen interpretar las líneas de Nazca como parte de una comunicación cósmica entre los habitantes de la zona y sus dioses. Así los geoglifos tendrían una utilidad para la sociedad de la época y se cree que cumplían, entre otras funciones, la de pedir y agradecer por el agua a las divinidades, un bien tan fundamental para la vida como escaso en el desierto. Esta hipótesis cobra fuerza por la cercanía de los trazados con ciertos canales de agua que eran parte de un sistema de acueductos usados para el regadío.

En el caso de los geoglifos que existen en el Desierto de Atacama de nuestro país, el arqueólogo chileno Gonzalo Pimentel señala que responden a códigos o señales que marcaban las rutas y desplazamientos de los hombres de la época por aquellos duros e inhóspitos parajes. El deseo de dejar una impronta humana, una señal de identidad, en el paisaje adverso y extenso que debían atravesar los comerciantes es otra motivación que el arqueólogo vincula con la motivación de los graffiteros urbanos actuales.

Curiosamente la mirada satelital que nos otorga Google Earth nos devuelve la mirada cósmica que invocaban los antiguos. Reemplaza la mirada divina que construían e imaginaban los antiguos habitantes del desierto. Con una simple búsqueda en internet volamos y nos situamos por sobre vastos y lejanos paisajes desde una perspectiva divina, aérea, satelital o como se interprete. Creo que esta posibilidad responde a una aspiración humana antigua y fundamental, la de vencer nuestras limitaciones terrenales, nuestra escala, nuestra gravedad y con una vista amplia y general dominar el paisaje, con ello la distancia y el tiempo, cosas que en nuestra realidad cotidiana son imposibles.

Pero las posibilidades de la mirada de pájaro tecnológica/ digital no sólo nos permite mirar paisajes u obras que por su tamaño o ubicación nos son inaccesibles de apreciar, también han abierto una nueva veta creativa al inspirar a numerosos artistas a crear obras aprovechando este nuevo medio y a la vez escaparate virtual satelital. De esta manera es que artistas como el cubano Jorge Rodríguez- Gerada realiza enormes retratos con tierras de colores en terrenos baldíos que podemos apreciar a través de Google Earth, apelando a un nuevo tipo de espectadores que acceden desde los medios tecnológicos a un encuentro con las obras en un museo virtual-global-aéreo a través de Google Earth o Maps.

Otros artistas como Shaun Utter se basan justamente en las retículas urbanas de Google Maps para crear y manipular cartografías aleatorias de nuevas y coloridas poblaciones urbanas, o como la norteamericana Jenny Odell quien extrae las texturas de las visiones en 3D del Google Maps creando bellas configuraciones abstractas y patrones de diferentes calidades y colores.

 

Pamela
Martínez Rod

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.

“Danza alrededor del becerro de oro”

Obra de Emil Nolde realizada en 1910

En esta época de fiestas quiero invitarlos a conocer o a reconocer la obra de Emil Nolde. Este artista alemán nació en 1867 y vivió su adultez en medio de las guerras europeas. Su arte fue calificado como “arte degenerado” por los nazis, por lo que su obra fue censurada y retirada de los museos y colecciones públicas. Emil Nolde tiene varias obras dedicadas al tema de la fiesta, sobre todo la expresada por los cuerpos a través del baile. Es de este modo que quiero acercarme al tema de la fiesta, a través de su manifestación en el cuerpo. La pintura al óleo “Danza alrededor del becerro de oro” realizada en 1910, muestra varias figuras semidesnudas sumidas en una danza frenética, las caras borrosas llevan nuestra atención a los cuerpos, brazos y piernas que se mueven con gran libertad y energía en medio de un entorno que, aunque borroso nos da la idea de una multitud festiva que observa y participa.

Nolde pertenece al llamado movimiento artístico expresionista, que buscaba mediante la fuerza del color y la pincelada expresar los sentimientos y emociones humanas sin preocuparse tanto ni del tema ni de la precisión del dibujo. Este movimiento pretendía ser un lenguaje de lo psicológico que impactara al espectador sensorialmente principalmente a través del color. Por ello, en “Danza alrededor del becerro”, sus personajes pintados de brillantes amarillos y cabelleras naranjas son siluetas de color más que cuerpos perfectamente dibujados. Si nos fijamos con detalle, vemos que podemos seguir con la mirada la pincelada que las ha pintado como si fuera una sola para cada uno de los bailarines. Esta manera de pintar las siluetas con un solo trazo agresivo, insistente y ondulante nos da una sensación de borrosidad y de movimiento, como cuando hacemos una fotografía de una fiesta y los bailarines nos salen movidos y difuminados.

La historia del becerro de oro, es parte del relato bíblico del Antiguo Testamento, Éxodo, 32. Es el relato del pueblo de Israel que impaciente durante la espera de Moisés que estaba en el desierto, piden a Aarón que realice una figura para poder adorarla como un dios. Para ello funden joyas y realizan un becerro -un toro joven- de oro. Al llegar Moisés del desierto se enfurece con el pueblo inmerso en una fiesta desenfrenada de adoración a la figura y por ello la destruye poniéndoselas en el agua para que la bebieran. Este episodio bíblico es interpretado como un acto de paganismo y como enseñanza de que sólo hay un dios único. Numerosos artistas han pintado esta escena bíblica, donde el pueblo celebra y baila ante la figura del becerro. Quizás Nolde quiso pintar este conocido relato religioso como forma de darle un nuevo sentido centrado más que en relato religioso en la propia danza como máxima expresión de devoción, entrega y pasión.

El movimiento de los cuerpos, como modo de comunicación principal de la fiesta, está relacionado con la afirmación de la existencia. Las fiestas no tienen nada de superfluo, es la manera en que cortamos con lo cotidiano y nos abrimos a lo extraordinario, liberamos las energías retenidas, compartimos, nos consumimos y nos derrochamos en energía, baile, intercambio con los demás con quienes convivimos a diario y a quienes normalmente no hacemos ningún caso. En la fiesta, dice Júlia Torres, “el dispendio gratuito nos humaniza, nos recuerda que no somos máquinas. En el (mal) gasto gratuito de energía nos encontramos vivos, expresando una fuerza estrictamente humana”. La fiesta es la celebración del presente, es entrar en conciencia del propio cuerpo, los placeres de los excesos y con ello las bondades de la vida. Por ello la fiesta siempre ha formado parte de los rituales y celebraciones, incluso de los más tristes como los rituales funerarios. Aunque esta relación del ritual con la fiesta se ha ido desdibujando, la importancia de la fiesta permanece como constructor de relaciones humanas, de sentido y de lugar. Felices fiestas!

Pamela Martínez Rod

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en bellas artes por la UnivERSIDAD DE BARCELONA.

“Die Dorfschule von 1848” Obra de Samuel Albrecht Anker, realizada en 1895-96

Análisis y reflexión de una obra, por la Artista Plástica Pamela Martínez Rod

Muchas veces las imágenes que pertenecen a la historia del arte actúan como ventanas al pasado, nos permiten cuestionar nuestro presente por medio de la comparación de dos realidades similares separadas por el tiempo. Es el caso de la llamada pintura costumbrista movimiento que se dedicó a observar con gran dedicación el entorno social del que formaba parte el artista.

Este movimiento pictórico significó un cambio de enfoque sobre lo que era importante y digno para ser pintado. Si la gran historia del arte occidental se había dedicado por tantos siglos a temas tan alejados de la realidad cotidiana como la pintura religiosa, los retratos de las familias reales y paisajes exóticos y románticos, con el costumbrismo se produce un cambio radical de interés hacia la realidad popular, fiestas y tradiciones, la vida sencilla del entorno rural y la observación del estilo de vida sencillo de sus habitantes: los niños, los campesinos, los ancianos. El hombre inmerso en su vida cotidiana es ahora tratado como el gran paisaje a observar, analizar y describir por medio de la pintura.

De este modo el pintor Albert Anker se dedicó a retratar y describir las costumbres sociales de su país en el siglo XIX, siendo por ello considerado como el pintor nacional de Suiza. De especial interés para el artista era el mundo doméstico de los niños, quizás haciendo eco del aumento de interés internacional por la infancia de finales del siglo XIX. En esta época los derechos de los niños empezaron a considerarse como algo necesario e ineludible para una sociedad que se estaba industrializando y que usaba a los menores como fuerza de trabajo en varios lugares del mundo.

Sus pinturas reflejan el desarrollo de la educación en Suiza con el que estaba muy familiarizado por el trabajo que realizaba en una escuela. Anker estaba profundamente comprometido con los ideales que afectaban al sistema educativo suizo, consideraba que aprender por juego era sumamente importante, por ello sus pinturas, de alto realismo, reflejan el nuevo método educativo e innovador de la época que incluía el juego como parte fundamental de la crianza y la educación.

Por ello el análisis de su obra cobra importancia hoy, 170 años más tarde, ya que nos invita a reflexionar sobre la educación actual. En la obra titulada La escuela del pueblo 1848 (1896), vemos un aula de clases donde un profesor enseña a un grupo numeroso de niños. Vemos como esos niños están inquietos, distraídos y en suma la poca naturalidad de un sistema educativo vertical y jerárquico donde sólo uno tiene el rol de comunicar y en el que los otros deben escuchar pasivos. A pesar de que no es difícil percatarse de esta desarmonía, este sistema educativo es el que sigue imperando en casi todos los sistemas educativos mundiales tanto básicos, medios como universitarios. El formato, a pesar del tiempo, ha cambiado muy poco y demuestra lo antinatural que puede resultar para niños y jóvenes el actuar como receptores de una información moldeada y repetitiva. Dos aspectos más llaman poderosamente la atención en esta imagen, la mayoría de niños por sobre el número de las niñas, que en total no suman más que ocho, y el hecho de que ellas se encuentran sentadas –y muy atentas a la clase- en la periferia del aula separadas de ellos.

Afortunadamente, aspectos como este se han ido superando poco a poco en la escuela tradicional, con la proliferación de las escuelas mixtas y la proporción más igualitaria entre niños y niñas.

Ante el gran debate actual sobre cómo debe abordarse la educación, esta imagen nos recuerda la naturaleza juguetona e inquieta de los niños y Anker nos muestra en otras pinturas cómo los juegos son parte del crecimiento y del aprendizaje en la infancia. Pero por sobretodo, Anker nos deja de manifiesto que la infancia, la educación y los juegos deben ser una temática y preocupación fundamental entre los adultos, y como parte de la historia y del arte deben ser observadas minuciosamente y continuamente revisadas.

 

Pamela
Martínez Rod

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en bellas artes por la Universidad de Barcelona.

El agua se convirtió en vino

Análisis y reflexión de una obra, por la Artista Plástica Pamela Martínez Rod

Considero que algunas obras artísticas nos ayudan a reflexionar, de un modo nuevo, sobre temas sociales y políticos latentes, que en nuestras conversaciones cotidianas han quedado rezagados. Muchas realidades a las que estamos acostumbrados son cuestionadas por los artistas mediante sus obras, este es el caso del grabado titulado “El agua se convirtió en vino”, del artista porteño Christian Carrillo.

Todos sabemos que el agua es fundamental para la vida humana y que sin ella no podemos vivir. Nuestros antepasados comprendían que el agua no sólo era dadora de vida, sino que era vida en sí. En la cosmovisión mapuche el agua es sagrada, es energía y es una savia –Ñuke- por la cual existimos todos los seres vivientes.

De este modo el agua también uniría a todos los seres humanos tanto por estar formados en gran parte de ella como por necesitarla para vivir. Sin embargo, nuestra mirada urbana está centrada no ya en las interpretaciones espirituales o filosóficas del agua sino más bien en las económicas.

No nos parece igual el agua del mar, que el agua potable ni el agua presente en el paisaje, como la de lagos o ríos, de la procedente de la lluvia, ya que la diferenciamos por su pertenencia y por el uso que le damos. Es en este sentido que Christian Carrillo nos habla del agua, de aquella que (mal)comprendemos como un bien de consumo.

En el grabado de Carrillo leemos “el agua se convirtió en vino y el vino se convirtió en agua y luego el agua se privatizó, el agua, Vi-no, se privatizó la vida. El agua se convirtió en vino y el vino se transformó en agua y luego esta se privatizó”. El artista nos quiere hacer pensar en esta problemática actual: el cambio desde la concepción del agua como un derecho esencial de las personas y un bien colectivo, hacia un concepto de bien económico que tenemos más que asumido con todas sus consecuencias humanas y medioambientales.

La técnica usada en esta obra es el hueco grabado, técnica que marca a presión las letras para reconocerlas gracias a su volumen y que configuran el texto descrito. Carrillo dice que el agua no es representada en la obra como el elemento que conocemos, sino que, de un modo abstracto, a través de lo incoloro y lo transparente de ella, como cualidad visual que configura la obra. Además, con el juego de palabras, Carrillo relaciona el agua con el vino haciendo referencia al primer milagro de Cristo en las bodas de Caná.

Como en un bucle el artista nos señala al agua como origen del vino y a éste del agua y como fin último la privatización, también como un milagro, pero absurdo, algo que ha ocurrido sin más, como consecuencia natural del capitalismo.

En la experiencia chilena de privatización, el agua, un recurso abundante pero desigualmente repartido en nuestro país, se ha transformado en una anhelada mercancía que en su mayor parte ha sido comprada por multinacionales extranjeras que nos la venden a nosotros mismos: aquí comprendemos el juego de repetición-bucle sin fin- del texto de Carrillo.

En su estudio sobre el agua, Sara Larraín señala la importancia para los países de resguardar el derecho al agua como un recurso básico para la vida. La autora indica que para rediseñar las políticas que han conducido a la privatización del agua en Chile deben incluirse tanto los planteamientos dados por los pueblos originarios, como la participación de la sociedad civil; re-definiendo este recurso como un derecho humano básico y un bien colectivo, para poder considerarlo al fin como fundamental para la vida de las personas y del planeta; y por lo tanto, “inalienable y no mercantilizable”. Es de este modo que la obra de Carrillo nos invita a replantearnos nuestra comprensión sobre el agua para exigir los cambios y así salir de este bucle financiero insensato.

La obra de Christian Carrillo posee un código QR que enlaza con un vídeo que es parte de la obra, les invito a verlo y a conocer más de la obra de este artista en su página web: www.ccarrillo.cl

PamelaMartínez Rod

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en bellas artes por la Universidad de Barcelona.

“Curso Natural” Obra de Pablo Genovés

En esta primera entrega de COTA, dedicada a la relación entre la ciudad y los desastres naturales chilenos, quiero invitarlos a reflexionar sobre ella a través de una fotografía del artista español Pablo Genovés. Se trata de la fotografía Curso Natural, obra que pertenece a la serie titulada Dystopia. Este término contrario a utopía -que indica un lugar imaginario ideal en todos los sentidos-  se refiere también a un lugar imaginado, pero en el cual todo es desagradable o malo y que incluso se encuentra degradado ambientalmente. De este modo, en la serie Dystopia nos encontramos con un territorio en plena crisis, donde lujosos edificios construidos por el hombre sucumben ante un desastre medioambiental; así donde antes había orden y belleza ahora reina el caos.

En Curso Natural, nos encontramos frente a un espacio arquitectónico clásico, que podría ser el de un museo o una iglesia,  que está siendo arrasado por las aguas. La fotografía que se divide en dos partes nos muestra en la parte de arriba lo que queda sin cubrir por el agua del edificio y por la parte de abajo, la más extensa, sólo agua furiosa y en movimiento.

La fotografía es testigo de una batalla de resistencia entre lo construido por el hombre y la fuerza de la naturaleza. Nosotros observamos de frente un espectáculo en el momento mismo en que está ocurriendo el desastre, pero al no existir objetos, ni personas, que floten y luchen en esta batalla, pareciera que se tratara de un edificio ya abandonado, como si se hubiera evacuado antes de la catástrofe dando así la victoria final a las aguas.

El título, Curso natural, alude con ironía al problema medioambiental del cual cada vez debemos hacernos más conscientes. Como sociedad hemos querido dominar lo indomable y restringir los ríos y el mar a espacios cada vez más pequeños como si pudiéramos determinarles su área de existencia. Como vemos en la fotografía es a través de las inundaciones que la naturaleza nos muestra que no es posible y que tarde o temprano retornará a su cauce natural pasando por sobre lo que hayamos puesto allí.

El hecho de que la fotografía sea en blanco y negro nos hace pensar en que es una fotografía antigua de algo que pasó en otro tiempo, y al mismo tiempo nos hace dudar si es una imagen real, una fantasía o un recuerdo. Pienso que esta ambigüedad en la interpretación de la fotografía se debe a que en principio se trata de un desastre natural muy improbable, algo que no hemos visto y por ello parece más bien producto de la imaginación. Pero, ¿es realmente un desastre tan improbable? 

Dice John Berger que lo que sabemos o lo que creemos afecta al modo en que vemos las cosas, por ello si quizás para muchas personas en el mundo esta imagen pueda parecer imposible,  para nosotros como chilenos no lo es. Hemos vivido y experimentado tantas catástrofes como terremotos, tsunamis e inundaciones y conocemos tantas imágenes sorprendentes donde la fuerza de la naturaleza ha superado a la ciudad, que para nosotros esta imagen no es ya una metáfora sino que se transforma en una imagen de lo posible o bien en una pesadilla de aquello que ya en parte hemos vivido. Sabemos que es posible que suceda un tipo de catástrofe similar, lo hemos vivido, lo hemos resistido como hemos podido, pero los temores que albergamos internamente nos lo recuerdan cada vez que tiembla o cada vez que el mar está furioso y sale de sus cauces.

El hecho de que esta visión fantástica de Genovés, como chilenos no nos parezca fantástica sino que posible y que además sintamos que pudiera repetirse, nos lleva a reflexionar sobre la necesidad urgente de comenzar una nueva relación con la naturaleza. Una relación que por fin deje de ser antagónica y se establezca desde una convivencia armónica y respetuosa.

 

Les invitamos a conocer más sobre la obra de este artista en su sitio web:

www.pablogenoves.com

 

Pamela

Martínez Row

Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en bellas artes por la Universidad de Barcelona. Dedicada a su trabajo artístico ha participado desde el año 2002 en numerosas exposiciones y residencias en varios países. En 2014 publicó su primer libro de fotografías Memorias Anónimas resultado de un trabajo personal de duelo a través de la fotografía. Actualmente es residente-investigadora en el Centro de Estudios y Documentación del Museo de Arte Contemporáneo MACBA y coordinadora del grupo iberoamericano de intervenciones territoriales Plataforma Vértices.