Análisis y reflexión de una obra, por la Artista Plástica Pamela Martínez Rod
Muchas veces las imágenes que pertenecen a la historia del arte actúan como ventanas al pasado, nos permiten cuestionar nuestro presente por medio de la comparación de dos realidades similares separadas por el tiempo. Es el caso de la llamada pintura costumbrista movimiento que se dedicó a observar con gran dedicación el entorno social del que formaba parte el artista.
Este movimiento pictórico significó un cambio de enfoque sobre lo que era importante y digno para ser pintado. Si la gran historia del arte occidental se había dedicado por tantos siglos a temas tan alejados de la realidad cotidiana como la pintura religiosa, los retratos de las familias reales y paisajes exóticos y románticos, con el costumbrismo se produce un cambio radical de interés hacia la realidad popular, fiestas y tradiciones, la vida sencilla del entorno rural y la observación del estilo de vida sencillo de sus habitantes: los niños, los campesinos, los ancianos. El hombre inmerso en su vida cotidiana es ahora tratado como el gran paisaje a observar, analizar y describir por medio de la pintura.
De este modo el pintor Albert Anker se dedicó a retratar y describir las costumbres sociales de su país en el siglo XIX, siendo por ello considerado como el pintor nacional de Suiza. De especial interés para el artista era el mundo doméstico de los niños, quizás haciendo eco del aumento de interés internacional por la infancia de finales del siglo XIX. En esta época los derechos de los niños empezaron a considerarse como algo necesario e ineludible para una sociedad que se estaba industrializando y que usaba a los menores como fuerza de trabajo en varios lugares del mundo.
Sus pinturas reflejan el desarrollo de la educación en Suiza con el que estaba muy familiarizado por el trabajo que realizaba en una escuela. Anker estaba profundamente comprometido con los ideales que afectaban al sistema educativo suizo, consideraba que aprender por juego era sumamente importante, por ello sus pinturas, de alto realismo, reflejan el nuevo método educativo e innovador de la época que incluía el juego como parte fundamental de la crianza y la educación.
Por ello el análisis de su obra cobra importancia hoy, 170 años más tarde, ya que nos invita a reflexionar sobre la educación actual. En la obra titulada La escuela del pueblo 1848 (1896), vemos un aula de clases donde un profesor enseña a un grupo numeroso de niños. Vemos como esos niños están inquietos, distraídos y en suma la poca naturalidad de un sistema educativo vertical y jerárquico donde sólo uno tiene el rol de comunicar y en el que los otros deben escuchar pasivos. A pesar de que no es difícil percatarse de esta desarmonía, este sistema educativo es el que sigue imperando en casi todos los sistemas educativos mundiales tanto básicos, medios como universitarios. El formato, a pesar del tiempo, ha cambiado muy poco y demuestra lo antinatural que puede resultar para niños y jóvenes el actuar como receptores de una información moldeada y repetitiva. Dos aspectos más llaman poderosamente la atención en esta imagen, la mayoría de niños por sobre el número de las niñas, que en total no suman más que ocho, y el hecho de que ellas se encuentran sentadas –y muy atentas a la clase- en la periferia del aula separadas de ellos.
Afortunadamente, aspectos como este se han ido superando poco a poco en la escuela tradicional, con la proliferación de las escuelas mixtas y la proporción más igualitaria entre niños y niñas.
Ante el gran debate actual sobre cómo debe abordarse la educación, esta imagen nos recuerda la naturaleza juguetona e inquieta de los niños y Anker nos muestra en otras pinturas cómo los juegos son parte del crecimiento y del aprendizaje en la infancia. Pero por sobretodo, Anker nos deja de manifiesto que la infancia, la educación y los juegos deben ser una temática y preocupación fundamental entre los adultos, y como parte de la historia y del arte deben ser observadas minuciosamente y continuamente revisadas.
Pamela
Martínez Rod
Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en bellas artes por la Universidad de Barcelona.