Análisis y reflexión pictórica por la Artista Pamela Martínez Rod
Hace ya más de un siglo que los artistas europeos imaginaron una ciudad ideal transformada y determinada por la velocidad. Conformaron un movimiento artístico y social llamado Futurismo que fue originado por Marinetti un poeta y escritor italiano en 1909. Este movimiento es, quizás, el que mejor refleja el entusiasmo y la predilección del ciudadano moderno por la tecnología y un hábitat super-funcional.
Fueron muchos los artistas que se unieron al movimiento que ensalzaba el dinamismo de la urbe industrializada por los nuevos medios de transporte, que se empezaban a ver con más frecuencia en las ciudades. La velocidad en el desplazamiento representaba una nueva victoria del hombre por sobre su naturaleza y abría todo un mundo de sueños y posibilidades. El imaginario que generó esta nueva visión de la ciudad industrial y vertiginosa se fue plasmando en diversos medios artísticos. Tanto las formas arquitectónicas como humanas, en muchas de estas imágenes, se fueron desintegrando en formas geométricas angulosas y diagonales en vías de mostrar su movimiento secuencial en el espacio.
En otras imágenes el hombre desaparece en medio de un paisaje que es visto desde lejos o que se muestra como un cuerpo arquitectónico sólido. Así es como el artista Tullio Crali, fascinado por la visión de altura que se obtiene desde los aviones, nos muestran la ciudad como una estructura geométrica bien encajada y comunicada por los medios de transporte. Me refiero principalmente a la pintura “Arquitectura” realizada en 1939, donde Crali nos presenta un skyline o perfil de la ciudad como si fuera el engranaje interno de alguna máquina o un rompecabezas pétreo. Zepelines, aviones, trenes y barcos se funden como parte de estas estructuras arquitectónicas, como parte de un paisaje urbano compacto, homogéneo y simétrico donde todo calza en armónica perfección.
La naturaleza está ausente en este paisaje de Crali, la estaticidad y diversidad propia de la vegetación contrastan con la fascinación del artista por las máquinas, los aviones y la edificación industrial. También el hombre está ausente, su presencia se supone estaría inmersa y dentro de este tejido urbano. Es un usuario invisible y que parece poco necesario en esta relación arquitectura-transporte, lo que nos hace reflexionar sobre cómo solemos imaginar/pensar las ciudades, si desde el punto de vista aéreo, como visión de postal o desde el punto de vista del propio ciudadano.
El imaginario que es capaz de construir el arte en todas sus formas, es generador de pensamiento y de visiones predeterminadas que han ido instaurando una imagen dominante de la ciudad perfecta que muchas veces no contempla ni al hombre ni a la naturaleza como si fueran incompatibles; imagen que se repite insistentemente en las películas futuristas que vemos. Así es como esta pintura nos muestra una ciudad que es tan perfecta que incluso una especie de sólido arcoiris la envuelve desde el cielo cerrándola en sí misma.
Pamela
Martínez Rod
Es artista, madre, Diseñadora Gráfica por la Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona