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CIUDAD Y TERRITORIO

Distanciar el espacio o espaciar la distancia

By mayo 2, 2025No Comments

Cotidianamente nos referimos a lo virtual en contraposición a lo real, a lo que no tiene existencia concreta aparente. Y con “virtual” nos referimos en concreto, a los entornos digitalmente mediados asumiendo esta connotación ya a fnes del siglo pasado. En su raíz etimológica —del latín virtus— lo “virtual” hace alusión a aquello que tiene cierta virtud o potencial para producir o detonar algún efecto. Y en este caso, su potencial de espacio. Matemáticamente nos referimos al espacio como el resultado de la defnición de una función de distancia. Es solamente a partir de esta defnición que podemos tejer y conectar todos los puntos posibles de un espacio de forma continua y consistente (Fig 0).

Desde distintas defniciones distancia podemos producir literalmente distintos espacios que bajo las mismas reglas producen formas distintas. Por ejemplo, si defnimos:

“la circunferencia es el conjunto de puntos que se encuentran a una distancia d de un punto P”

Dependiendo de nuestra defnición de la función distancia, podemos obtener un círculo redondo o un círculo cuadrado1 , ver figura 1.

El paradigma del grafo es una metáfora visual muy poderosa para explicar las redes: es abierto y escalable, adecuado para describir una amplia variedad de sistemas técnicos y sociales. Pero la Red está pasando de ser simplemente una forma de describir las realidades sociales a servir de modelo para organizarlas y optimizarlas. Bajo esta óptica todo lo vuelve discreto como un nodo. Al digitalizarse (o virtualizarse), todo se vuelve vinculable y aproximable. La incorporación a gran escala de la Red a la vida cotidiana de las personas está produciendo nuevas arquitecturas de participación en las que el sujeto social se convierte en un nodo descentralizado, no vinculado por la ubicación del espacio físico. La cercanía (en términos de proximidad social) adquiere un nuevo signifcado, ya que la distancia entre dos nodos, independientemente de su ubicación física, es prácticamente cero, mientras que la distancia entre un nodo y algo fuera de la Red es prácticamente infnita. El espacio continuo internodal, al no acontecer como nodo, por defnición, se vuelve inalcanzable (Fig 2).

Lo relevante o próximo en la Red lo constituye “mi nube personal” constituida por la colección de todas mis redes sociales, mis suscripciones, mis timelines y mis preferencias o smart defaults. En defnitiva, lo más próximo en la Red no coincide con lo más cercano físicamente. Esta es una trasposición de dos formas de distancia.

Hoy la Red se vuelve más ubicua, móvil e integrada a las cosas, tal como está ocurriendo con IoT2 . Esto resulta paradójico dado que nos trae lo geográfcamente lejano como lo epistemológicamente cercano pero, a la vez, debe ser absolutamente territorial y embebida en la geografía para funcionar efectivamente. Esta ubicuidad territorial de la Red elimina absolutamente toda distancia entre las personas y sus fuentes de información.

No obstante, debemos distinguir entre mayor conectividad y mayor colectividad. El mero hecho de estar más conectados no nos ha vuelto necesariamente una sociedad más cohesionada y más consciente de nuestra realidad colectiva, muy por el contrario. La noción de comunidad ha sido una de las grandes afectadas en este rápido proceso de incorporación de la Red a nuestra cotidianidad (Fig 3).

La Red es escéptica a motivaciones, sólo prospera al hacer conexiones sociales y es indiferente respecto de dónde se ubiquen los nodos en relación con el sujeto (físicamente cerca o lejos). El problema de la Red es la imposición del nodo, que sólo es capaz de reconocer otros nodos y desconoce la realidad epistemológica de otras situaciones sociales y humanas diferentes que corren el riesgo de no califcar como reales.

A casi veinte años de la incorporación de las primeras plataformas sociales para la participación y colaboración se ha sincerado el modelo económico que puede sustentarlas en el largo plazo. Todo lo que en un momento fue gratuito, manifestándose como la infraestructura de lo próximo, como nuestros correos electrónicos, plataformas de publicación, redes sociales, etc; fue tomando un cariz de silencioso espía. Todos nuestros “movimientos”3 , saltos de voluntad gatillados por nuestro interés, consciente o inconsciente, están siendo comoditizados. La trazabilidad de nuestro desplazamiento es el nuevo oro para las compañías como Google, Facebook, Twitter, entre otras tantas que venden publicidad hipersegmentada. El problema es que este comportamiento distorsiona nuestra percepción de proximidad dado que lo cercano no opera bajo la neutralidad cartesiana sino que nos aproxima al rostro nodos que compraron sus primeros lugares. La relevancia es la contraparte de nuestra atención y ha demostrado ser, en cuanto commodity, muy escasa.

A comienzos de siglo generamos grandes expectativas respecto de lo que las arquitecturas asociativas y de colaboración de la Red podrían impactar en nuestra vida cívica. De cómo se podrían radicalmente desintermediar las estructuras organizativas conectando a la gente con la información de forma objetiva y tomar mejores decisiones de forma colectiva. Esto no ocurrió. Y lamentablemente hay signos de lo contrario: las personas se sienten más desconectadas de los problemas sociales y muestran menos cultura cívica. En especial, los jóvenes se sienten menos inclinados que sus mayores a participar en los rituales ciudadanos como votar y seguir las noticias sobre los acontecimientos mundiales y los asuntos públicos, las personas se sienten menos comprometidas a contribuir en sus comunidades y, en cambio, se comprometen con actitudes más de autosatisfacción y consumo.

La forma de que la Red en un comienzo se presentó como un nuevo espacio público para la comunicación libre ha demostrado ser tan público como un mall. Claramente el problema no es tecnológico sino ideológico: es el sistema operativo sobre el cual funciona. La masa gravitacional en este espacio de gran tracción social que han alcanzado las grandes plataformas4 de comunicación (los equivalentes a las plazas públicas de la red) distorsionan el espacio en torno a ellos tal como verdaderos agujeros negros que distorsionan el espacio en torno a ellos (Fig 4).

Esta distorsión no se produce solamente por la aproximación impertinente de los nodos publicitarios sino que además está siendo permanentemente manipulada por “jugadores tramposos” que utilizan agentes variadas estrategias para amplifcar voces o asuntos irrelevantes, equivocados, banales o derechamente falsos.

El vector de cambio sigue avanzando y es responsabilidad nuestra aprovechar el poder asociativo de la Red e inyectarlo nuevamente en las comunidades sociales. El diseño puede ayudar a transformar una mayor conectividad en una mayor socialización, participación ciudadana y un mayor sentido de agencia individual y colectiva. Pero ¿cómo lo logramos?

Las grandes plataformas —las plazas-mall de Facebook o Twitter— son centros (hubs) de la Red. Su hiperconectividad les asigna una gravitación que ha demostrado distorsionar el potencial asociativo en desmedro de otras arquitecturas más horizontales.

Lentamente se levanta otra red donde cada nodo deja de ser un cliente y se transforma en la misma infraestructura. Se trata de imaginar la posibilidad de lo verdaderamente público en la Red. Protocolos transaccionales como blockchain o arquitecturas sociales descentralizadas como Mastodon prometen recomponer el espacio de la Red. Tal vez no sea tan entretenido, controvertido o banal como el espacio actual pero poco a poco comienza a revelar el paisaje baldío tras él.

TEXTO IMÁGENES:

00 Grilla cartesiana

01 Definición de la forma de un círculo a partir de la función de distancia

02 Ubicua barra de búsqueda de Google. La distancia epistemológica me aproxima la red en torno a cualquier palabra o concepto que pueda ingresar en el buscador, en todo momento y lugar.

03 La proximidad epistemológica proporcionada por la nube personal se superpone a la distancia física que parece ser más irrelevante.

04 La distorsión del espacio desde un atractor

AUTOR IMÁGENES:
Herbert Spencer G.

REFERENCIAS

Mejias, U. A. (2007). Networked Proximity: ICTs and the Mediation of the Nearness. Columbia University. https://blog.ulisesmejias.com/wp-content/uploads/2007/12/mejias__networked_proximity.pdf

Spencer, H. (2007). From Connectivity to Collectivity: Designing for Increased Social Agency – Casiopea. Carnegie Mellon.
https://wiki.ead.pucv.cl/From_Connectivity_to_Collectivity:_Designing_for_Increased_Social_Agency

Wendt, T. (2015). Design for Dasein: understanding the design of experiences (1st ed.). CreateSpace Independent Publishing Platform.

 

Herbert Spencer González
Profesor Adjunto
Escuela de Arquitectura y Diseños
EAD.PUCV
PUCV
Valparaíso. Chile
hspencer@ead.cl

Diseñador Gráfco PUCV
Master en Diseño, Mdes Interaction Design,
Carnegie Mellon University
Doctorado en Diseño, PUC Río de Janeiro
www.herbertspencer.net

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