Esta expresión nos sitúa plenamente ante una construcción y una estructura que de antemano hace presumir que toda fiesta tiene elementos, que cuenta entonces con orden y forma y también un espíritu y sentido a la manera de estructura que le permite sostenerse como un tiempo acotado y revestido por lo festivo. Entonces queda claro que la fiesta tiene que armarse. La CIUDAD de FIESTA nos refiere también a una magnitud, una dirección y un sentido, esta visión casi vectorial trata entonces de conjugar el lugar, el motivo y la experiencia de celebrar. Se podría contar entonces como punto de partida con algunas precisiones que permitan distinguir la celebración de lo celebrado y junto con ello el comprender el tono festivo y ritual que adquieren ciertos movimientos, gestos, objetos y elementos. Así vista la comprensión y articulación vectorial de la fiesta permite afirmar en ese sentido que la “magnitud de ciudad” se configura en la percepción y “validación colectiva del sentido” de lo celebrado, así la fiesta adquiere una “dirección que ordena el acontecer” y le da forma al acontecimiento.
La fiesta comparece entonces como una construcción que da cabida a la alegría por medio de la configuración de un tiempo especial para la celebración (acontecimiento) y la definición de un tono condicionado por lo celebrado (acontecer). Naturalmente la fiesta trae de suyo el carácter de celebración donde lo celebrado como motivo busca un lugar, se viste y reviste para distinguirse de lo cotidiano y da lugar a la celebración. Las Fiestas Patrias de septiembre son un buen caso para comprender algunas de las ideas planteadas:
- Aunque para muchos chilenos no es claro lo que se celebra, si se valida de manera colectiva la celebración, ello dice que si bien el motivo y el sentido de la fiesta son constitutivos no necesariamente su comprensión es una condición para celebrar.
- Para que la fiesta se arme debe entonces darse cuenta del pretexto y a partir de él se define el lugar y su correspondiente entorno objetual.
- La fiesta se arma con lugar y objetos estructurando el espacio para el acontecimiento, la ramada, el patio, la parrilla, la guirnalda, el campo, los volantines, la comida,la bebida, etc..
- Esta configuración de elementos dieciocheros son la interfase para la definición, orden y secuencia que guía el acontecer de la fiesta.
- En este momento es donde llegan los invitados que ya no responden con su atuendo al tradicional y extinto “Fiestas patrias, ternos nuevos”. Ellos articulan por medio de movimientos y gestos los momentos de la fiesta a la manera de un ritual en el que brindar, comer, jugar, cantar, bailar adquieren un sentido extraordinario y festivo.
Armar la fiesta entonces es darle lugar a la alegría y proponer un orden a los gestos y movimientos, de ese modo este tiempo especial adquiere sentido en una dimensión colectiva y también individual en la que la celebración y lo celebrado se tornan esplendidos.
Eduardo Abarca Lucero
Diseñador Industrial PUCV Académico Escuela de Diseño Universidad de Valparaíso