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LETRAS

Velocidad y vigilancia

By abril 22, 2025mayo 1st, 2025No Comments

“La existencia del ratón Mickey es ese ensueño de los hombres actuales. Es una existencia llena de prodigios que no solo superan los prodigios técnicos, sino que se ríen de ellos. Ya que lo más notable es que proceden todos sin maquinaria, improvisados, del cuerpo del ratón Mickey, del de sus compañeros y sus perseguidores (…) Naturaleza y técnica, primitivismo y confort van aquí a una y ante los ojos de las gentes, fatigadas por las complicaciones sin fin de cada día y cuya meta vital no emerge sino como lejanísimo punto de fuga en una perspectiva infinita de medios, aparece redentora una existencia que en cada giro se basta a sí misma del modo más simple a la par que más confortable, y en la cual un auto no pesa más que un sombrero de paja”

W. Benjamin. Experiencia y pobreza (1933)

 

En los años en que la técnica representó el gran tema político y poético del mundo, artistas e intelectuales futuristas como Umberto Boccioni, Giacomo Balla, Carlo Carra, lograron el desafío de pintar la tan inasible velocidad, la cual a ojos de los receptores resultaba un acto estético confuso e incluso paródico.

¿Qué significó este acercamiento fenomenológico para la experiencia diaria del tiempo y del espacio? ¿Es la velocidad, como se le ha creído, un fenómeno cronotópico o es más bien una forma real y sensible de experimentar lo metahumano, lo que nos está negado por nuestras limitaciones corporales?

Cuando Paul Virilio postuló la teoría de la velocidad y el accidente nos movió a reflexionar sobre cómo el progreso y la catástrofe son dos caras de una misma medalla. Esta paradoja que inicio en tiempos de la postmodernidad (Lyotard, Jameson y otros grandes filósofos a los que debemos el pensamiento crítico actual), hoy nos tiene consumidos en un mundo cada vez más cercado y asfixiante.

De acuerdo a esta premisa, así como la construcción del Titanic implicaba su hundimiento, la invención del Acelerador de partículas implicará la destrucción del mundo. Para muchos esta teoría es pesimista y desesperanzada, sin embargo me parece una revisión lógica sobre los hechos ya históricos: a mayor progreso técnico, mayor peligro político.

La velocidad es un fenómeno atractivo y desconcertante que oculta siempre una contra lectura y que representa, por lo tanto, la propaganda masiva y necesaria para el progreso sostenido de las naciones. A la vez, la velocidad es un estado impropio al hombre, el que ha sido asumido con una completa naturalidad.

Podemos hablar de dos tiempos en la historia del hombre. El de larga duración o humano y el accidental o intermitente. Este último es aquel que no participa ni del pasado, ni del futuro del hombre, en términos ontológicos. El accidental solo está en el presente, pero sin constituirse en el tiempo de lo habitable. Nadie vive en la velocidad, es solo una invención que la técnica ha normalizado desde el siglo XIX, una fantasmagoría que nos hace creer real, propia y ganada.

La cronotopía propuesta por Mijail Bajtin (cruce de tiempo y espacio vivido) analizaba el tiempo de lo humano en el espacio geográfico. Sin embargo, al introducir el concepto de velocidad esta díada experiencial se vio alterada. Debiéramos hoy hablar de una postcronotopía donde el espacio podría ser virtual (como en la realidad aumentada), drónico (la suspensión cenital) o posfordista (plataformas digitales). Un estar en donde, a menor tiempo y menor espacio, mayor productividad, control social e instrucción de los cuerpos.

Así, para Virilio velocidad y accidente o progreso y catástrofe, representa una doble lectura sobre los actos de la humanidad que urge hacer. La denotación de los hechos informados implica siempre la connotación codificada de los verdaderos límites del desarrollo tecnológico en curso.

La problemática de la velocidad está en el contrapelo que ofrece y oculta, y frente al cual no nos deben faltar fuerzas de vigilancia. No debemos olvidar que el espacio hoy es un lugar relativo al tiempo de la técnica.

 

Macarena
Roca Leiva

Profesora de Literatura
Docente e Investigadora del Centro de Estudio del Patrimonio (CEPA), Universidad Adolfo Ibáñez. Chile.