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LETRAS

Desafíos para la escuela del siglo XXI

By abril 21, 2025abril 26th, 2025No Comments

Cada época trae consigo sus desafíos. Hasta hace veinte años atrás el acceso a la información y al conocimiento era uno de ellos. ¿Qué son los sulfitos? ¿Quién es el presidente de Surinam? ¿Cómo hacer una fórmula en una planilla Excel? Eran preguntas que podían tenernos días ocupados intentando obtener la respuesta. Y dado el valor que tenía entonces ese tipo de conocimiento, la escuela se obsesionó justamente con transmitir información bajo la forma de fechas, definiciones, fórmulas y conceptos. Como consecuencia de esto, se terminó celebrando y considerando inteligente a quien fuera capaz de almacenar la mayor cantidad de información en su cerebro y la repitiera ante el estímulo de la pregunta del profesor o quien fuera.

Si esto es lo que ocurría hasta hace veinte años atrás, vale la pena preguntarse entonces ¿cuál es el desafío de este tiempo para la escuela? Y lo cierto es que la respuesta no es tan simple, pero al menos creo que coincidimos en que las tres preguntas planteadas en el párrafo anterior no lo son: hoy día cualquier niño de seis o siete años que tenga a su disposición un celular o un computador con conexión a internet podrá responderlas en no más de treinta segundos. Entonces, si el conocimiento y la información no es, ¿qué es?

Como dije la respuesta no es simple, porque no me cabe duda que la velocidad en los avances en la ciencia y la tecnología harán cambiar, en pocos años, gran parte de lo que hemos estudiado religiosamente hasta el momento: probablemente en el año 2030 habrá nuevas leyes en física, química, matemática, o hallazgos en neurociencias que invalidarán gran parte de lo que hemos aprendido. Pero ante este panorama que se plantea lleno de incertidumbres respecto a qué enseñar, hay cosas que permanecerán invariables y que la escuela se ha visto obligada a explorar. Estas son una serie de habilidades que la bibliografía se ha atrevido a denominar como habilidades del siglo XXI y que, si lo pensamos bien, no tienen que ver con lo que sabemos sino con qué hacemos con eso que sabemos, y que se relacionan directamente con el mundo laboral que les tocará vivir a las nuevas generaciones. Y pues bien, ¿cuáles son estas habilidades? Varían de autor en autor, pero suelen coincidir invariablemente en estas tres: Pensamiento Crítico, Pensamiento Creativo y Colaboración.

En sencillo, se entiende como pensamiento crítico la capacidad para realizar juicios y tomar decisiones luego del análisis de distintas perspectivas de un mismo fenómeno. Por otra parte, pensamiento creativo, de manera simple, se puede definir como la capacidad para poner en relación ideas que antes no estaban conectadas. Por último, se entiende por colaboración la capacidad para trabajar coordinada y coherentemente en grupos heterogéneos intentando resolver problemas que de manera individual sería imposible hacerlo.

Saber esto ayuda, porque nos da un poco de certeza ante un futuro lleno de incertidumbres en términos de qué será necesario saber. Pero a la vez, es una invitación a pensar hasta qué punto nuestras escuelas y sistema en general se encuentran preparados para estos nuevos desafíos.

En este sentido, una primera pregunta que vale la pena hacerse es ¿Existe conciencia de la necesidad del paso de un enfoque centrado en el conocimiento a uno basado en el desarrollo de estas nuevas habilidades? Son muchos los profesores y apoderados que se ponen nerviosos cuando no ven los cuadernos de sus estudiantes o hijos rebosantes de materia, pues pareciera ser que en muchos sectores una educación de calidad es sinónimo de acumulación de información. Y eso no es así.

Una segunda pregunta puede ser ¿Cómo debería ser el profesor que lidere estos cambios dentro de la sala de clases? Hay cosas que son claras: si la meta de la escuela no es la acumulación de información, es evidente que el que liderará esas salas no debe ser formado bajo ese enfoque. Esta idea del profesor enciclopedia debe quedar atrás.

Y una última pregunta sería ¿Cómo deberían ser las salas de clases que cobijen a estos nuevos estudiantes y sus necesidades? Salas de clases frontales, con estructuras de filas y centradas en el profesor no promueven el diálogo entre estudiantes, ni las interacciones necesarias para el desarrollo del pensamiento crítico y el trabajo colaborativo. Para esto es necesario que los estudiantes se miren y conversen, y eso hoy día no está pasando en la gran mayoría de nuestras aulas.

En resumen, la inercia no nos conducirá hacia esa escuela que el Chile del siglo XXI requiere. Es necesario que cada uno desde su lugar– académicos, profesores, apoderados y estudiantes – impulse desde su trinchera estos cambios. Espero que esta simple reflexión los empuje a generar los cambios que sus salas de clases y las de sus hijos necesitan.

 

Pablo Alonso
Salinas Olivares

Profesor de Castellano y Comunicación
Licenciado en Lengua y Literatura Hispánica.

Diplomado en Educación Media en Contextos Vulnerables (PUC)

Diplomado en Liderazgo Educacional (PUC)

Magister en Liderazgo y Gestión de Organizaciones Escolares (PUCV)
Magister (c) Dirección Pública (PUCV)

Jefe de UTP Colegio San Andrés
Director Ejecutivo EDElab
Consejero Regional Fundación Enseña Chile