La cartografía ha sido históricamente la forma y/o arte de representar la realidad bajo su concepto de “territorio”, mediante su traspaso a una obra. Desde el origen, existía una noción de porción de superficie terrestre habitada, sobre la cual un grupo humano presenta un sentido de propiedad que define sus límites y la extensión, a partir de lo que se entiende como “pertenencia”. El objetivo de representación, dependió de la perspectiva, la cual no tiene que ver solo con una capacidad tecnológica de “ascender” en altura de manera de cubrir mayores extensiones de superficie dentro del campo de visión, sino que está directamente relacionado con la voluntad de la sociedad de la época, de hacer visibles ciertos elementos y características que sean una fiel muestra de lo que en ese entonces acontecía. Un claro ejemplo de esto son las representaciones cartográficas medievales, en donde la influencia de la iglesia católica es clara y determinante en las representaciones del territorio. Larga es la historia del mapa como elemento de reflejo de la sociedad en las distintas épocas, pero el carácter científico, era exclusivo de algunos grupos técnicos, especialmente relacionados al estudio y sistemas de proyección de la superficie y, los sistemas de posicionamiento.
En relación a lo planteado sobre la perspectiva, las formas de lograrlo tenían que ver con la capacidad “análoga” de adquirir altura, esto se lograba al subir un cerro, a caballo, sobre una torre, etc., siendo la inclinación una característica presente siempre en las capturas de la realidad. Con la fotografía aérea y los equipos en plataformas aerotransportadas, como el avión, la captura de la imagen pudo ser desde un ángulo perpendicular a la superficie y, con el correcto control de algunos parámetros de corrección de ángulos de la cámara, las posibilidades de traducir la realidad a una imagen, se volvían concretas y objetivas, ya que se evitaba la interpretación humana para la representación, y ahora, mediante un sensor, la realidad es captada de manera directa. A lo anterior debe sumarse la ventaja que implica la captura en ángulo perpendicular, lo que permite establecer relaciones de escala y proporciones, coherentes y representativas con la realidad.
Los satélites aparecen como otra propuesta de plataforma, de equipos de captura fotográfica, con una órbita establecida y con intervalos de tiempo regulares, lo que de alguna manera, comienza a reducir los altos costos asociados a la disposición de estas tecnologías. Aun así, hasta el día de hoy, el acceso a imágenes satelitales de alta resolución es privativo en cuanto a costos, además de que por el hecho de ser capturas en intervalos programados, se dispone de ciertas fechas y horas en particular sin posibilidad de modificaciones.
En la década del 2000, el acceso a la representación satelital y del mundo “desde arriba” se vuelve de libre acceso con la propuesta que presenta Google, mediante su explorador satelital “Google Earth”. Se presenta así la posibilidad de traspasar, a cualquiera con acceso a un computador, un conocimiento hasta entonces limitado y exclusivo y, se propone la primera gran experiencia de soporte de imágenes satelitales, junto a un SIG interactivo construido para y por la comunidad. Posteriormente, surgen nuevas alternativas y plataformas de navegación paralelas, que van diversificando la experiencia de viaje indirecto por el mundo. La revolución que comienza con Google Earth, tiene su siguiente etapa con la aparición y masificación de los drones, con precios accesibles y con una innumerable de funcionalidades a disposición, siendo posible no solo la navegación sobre la superficie y captura de imágenes, sino que además, se vuelve posible un sinfín de productos y derivados que permiten el descubrimiento y caracterización del territorio con un detalle antes no visto.
Manuela
Penas Pereira-Pinto
Geógrafo PUCV
Diplomado Geomática Aplicada Universidad de Chile
Geógrafo-Piloto RPA CINVIT UV
Docente PUCV – UV
Consultora Ambiental Identidad Natural